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Busca de nuevo lo que buscas

Tu sofá de toda la vida, el de las siestas, las charlas largas y las visitas, puede seguir acompañándote muchos años más si lo cuidas un poco. Por eso estas fundas a medida están pensadas justo para sofás convencionales: rectos, sin chaise longue y sin mecanismos raros. Nada de complicarse con mil medidas; aquí solo necesitas una: el ancho de la zona de los asientos. Con ese dato, se confecciona una funda que se adapta al sofá como si hubiese venido así de fábrica.

La idea es muy simple: cubrir bien lo que más sufre, que son los asientos y el frontal del sofá, y a la vez darle un lavado de cara al salón. Al trabajar a partir del ancho de los asientos, la funda se diseña para cubrir toda esa parte con un ajuste limpio, sin que sobre tela por los lados ni se quede tirante de más. Se nota especialmente en la zona central: nada de pliegues raros ni esa sensación de “funda bailando” cada vez que alguien se sienta.

Está pensada para sofás de uso diario: casas con peques, mascotas, comidas frente a la tele o simplemente mucho trote. La funda protege la tapicería original de roces, manchas y desgaste, y al mismo tiempo te permite mantener una imagen cuidada del salón. Si el sofá es nuevo, lo conservas como el primer día; si ya tiene años y alguna batalla perdida, la funda disimula el desgaste y lo hace ver mucho más presentable sin necesidad de cambiarlo.

Otra ventaja es lo fácil que es renovar el ambiente. Cambiando solo la funda puedes pasar de un salón claro y luminoso a uno más cálido y acogedor, o al revés, según la temporada o lo que te apetezca. Y si eres de los que se cansan rápido del color, una funda a medida es tu mejor aliada: cambias de tejido o de tono, mantienes el mismo sofá y parece que tengas otro.

Colocarla y quitarla es sencillo, precisamente porque se hace en base a una medida clara: el ancho de los asientos. No hace falta estar peleando con goma por aquí y pinza por allá. La funda se ajusta, queda estable y te permite seguir usando el sofá con total normalidad: sentarte, tumbarte, cruzar las piernas… sin tener que estar recolocando todo cada dos por tres.

Al final, es una solución muy práctica para quienes quieren un sofá cuidado, cómodo y bonito, pero sin complicarse la vida con medidas imposibles. Tú das el ancho de los asientos; la funda se encarga del resto.